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Declaratoria de Guerra

Declaración de guerra contra el Japón, 1941

Declaratoria de Guerra

No. 2

El Congreso Constitucional de la República de Costa Rica: de conformidad con la fracción 6 del artículo 73 de la Constitución Política y el inciso 5 del mismo y en vista de la exposición que dirige a la Cámara el Secretario de Estado en el departamento de Relaciones Exteriores, acuerda:

Artículo Único.- Autorizar al Poder Ejecutivo para que declare la Guerra al Japón y a cualquier otra potencia no americana que cometa actos de agresión o declare la guerra a una de las repúblicas americanas y prestar el consentimiento del caso para el ingreso o permanencia de fuerzas terrestres, marítimas y aéreas de dichas naciones en los puertos y zonas marítimas del país.

Dado en el Salón de Sesiones del Congreso Constitucional Palacio Nacional. San José a los ocho días del mes de diciembre de mil novecientos cuarenta y uno.

Teodoro Picado, PRESIDENTE.
J. ALBERTAZZI AVENDAÑO,
PRIMER SECRETARIO.
CARLOS JINESTA. SEGUNDO SECRETARIO.
CASA PRESIDENCIAL. SAN JOSÉ A LOS OCHO DIAS
DEL MES DE DICIEMBRE
DE MIL NOVECIENTOS CUARENTA Y UNO.

Publíquese. R. A. Calderón. El Secretario de Estado en el Despacho de Relaciones, Alberto Echandi. El Secretario de Estado en el Despacho de Seguridad Pública, F. Calderón Guardia.

Firma declaración de guerra

El presidente Rafael Angel Calderón Guardia con su gabinete, firma las declaraciones de guerra contra las potencias del eje, el día 11 de diciembre de 1941.

Consejo de Gobierno Nº 4

R. A. Calderón Guardia, Presidente de la República. Por cuanto el Poder Ejecutivo ha recibido informes oficiales de que los gobiernos de Alemania e Italia han declarado la guerra a los Estados Unidos de América y considerando: que la política internacional de la República de Costa Rica en conformidad con lo que establecen los pactos de Buenos Aires, Lima, Panamá y La Habana, es de completa solidaridad y cooperación con los países hermanos de este continente cuando se vieren amenazados por una potencia no americana y debe estimarse, en consecuencia, que es nuestro deber nacional unirnos a los Estados Unidos en la presente emergencia. Por tanto: en ejercicio de la facultad concedida al Poder Ejecutivo por el Congreso Constitucional en acuerdo Nº 2 del 8 de diciembre del corriente año y en conformidad con la fracción 14 del artículo 102 de la Constitución Política, oído el parecer del Consejo de Gobierno.

DECRETA:

A partir de esta fecha existe estado de guerra entre Costa Rica y Alemania e Italia.

Dado en la Casa Presidencial, San José a los once días del mes de diciembre de mil novecientos cuarenta y uno.

R. A. CALDERÓN GUARDIA.
ALRERTO ECHANDI, RELACIONES EXTERIORES.
F. CALDERÓN GUARDIA,
GOBERNACIÓN Y POLICLA, TRABAJO, PREVISIÓN SOCIAL
Y SEGURIDAD PÚBLICA.
CARLOS M. ESCALANTE, HACIENDA Y COMERCIO.
ALFREDO VOLIO, FOMENTO Y AGRICULTURA.
LUIS D. TINOCO CASTRO, EDUCACIÓN.
MARIO LUJAN, SALUBRIDAD PÚBLICA Y PROTECCIÓN SOCIAL.

Las siguientes son unas declaraciones dadas a la prensa por el doctor Calderón Guardia el 12 de diciembre de 1941:

«La resolución tomada hoy por nosotros responde a la profunda convicción de que Costa Rica no debe ni puede tener la menor vacilación en el cumplimiento de sus compromisos internacionales y de solidaridad continental. Estamos en guerra con Alemania, Italia y el Japón, haciendo honor a los pactos suscritos por Costa Rica: pero no es esto todo. Cabe decir que no somos nosotros, que no son los Estados Unidos ni ninguna otra de las grandes naciones que luchan en defensa de la democracia los que hemos provocado esta espantosa conflagración. Han sido los líderes de esas tres potencias totalitarias los que han declarado la guerra al mundo civilizado, atropellando todos los derechos, violando todos los convenios y tratados, dejándose llevar de una locura de dominación, ya que han esclavizado y destrozado naciones y pueblos dignos de todo nuestro respeto por su civilización y progreso y por el aporte que a través de los siglos hayan rendido a la cultura mundial. Holanda, Bélgica, Dinamarca, Polonia, Grecia, Yugoeslavia, Noruega, y la pobre Francia han sido las víctimas de la voracidad de estos modernos vándalos. Como verdaderas aves de rapiña se han lanzado los ejércitos totalitarios sobre las naciones débiles o desarmadas para hacerlas fácil presa de su voracidad. Sin más causa ni motivo que su propio afán de dominación, Japón, Italia y Alemania han venido haciendo la guerra a todas las naciones que no se han doblegado a sus deseos. Tres grandes países, Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia están dando su sangre afrontando el sacrificio con extraordinario heroismo, hasta lograr el triunfo que habrá de desterrar para siempre de la faz de la Tierra la gravísima amenaza que significa el totalitarismo bárbaro y agresor. Esa lucha es una lucha nuestra. Las grandes democracias están defendiendo y defendiéndonos a nosotros, pueblos débiles y desarmados, cuyas riquezas naturales y cuya estratégica posición geografica es ferozmente codiciada porque no tienen más Dios ni más ley que la fuerza y potencialidad de sus armas. Mientras la guerra estuvo confinada en el Viejo Mundo nos limitamos a desear con todas las fuerzas de nuestro espíritu que la Providencia diera el triunfo a los defensores del derecho y la de la justicia. Cuando ya la agresión ha dado su primer zarpazo a una Nación Americana teníamos que tomar resueltamente y sin vacilaciones el camino que nos señalaban nuestros compromisos internacionales y los más sinceros impulsos de nuestro corazón.»

Firma declaración de guerra

Manifestación de apoyo a la declaración de guerra a las potencias del eje en la Plazoleta La Soledad.

Refiriéndose luego a las disposiciones dictadas para controlar estrictamente las actividades y movimientos de los súbditos alenanes, japoneses e italianos, el señor Presidente de la República manifestó lo siguiente:

«Se han impartido instrucciones para que sean detenidos un corto número de dichos elementos a quienes se les conoce por su fanatismo totalitario. De ellos puede esperarse cualquier acto que atente contra los intereses de Costa Rica y nosotros estamos en la obligación de impedirlo. Las autoridades militares han ocupado también, el Club Alemán, la Casa de Italia y la Planta Eléctrica de Tres Ríos, que opera un súbdito alemán y es probable que se ocupen otros centros más. Ese corto número de detenidos serán tratados con las consideraciones debidas, siempre que no se les compruebe que han cometido delito, en cuyo caso serán sancionados con todo rigor. No hay en el ánimo del Gobierno de Costa Rica ningún propósito de pérsecución. No vamos a darles a los súbditos de las naciones con las cuales estamos en guerra el trato que los ejércitos alemanes, italianos y japoneses dan a los habitantes de las naciones que tienen aplastadas bajo su bota militar. Es bueno que sepan todos que ellos serán, en estos momentos tan difíciles, los árbitros de sus propios destinos. Van a ser estricta y severamente vigilados. Tendrán que acatar rígidas disposiciones que hemos dictado en beneficio de nuestra propia defensa. El que las cumpla al pie de la letra no tiene nada que temer. Si alguno pretendiera burlarlas sentirá sobre sí el peso de nuestra autoridad y no tendrá derecho a lamentarse de las consecuencias que esa desobediencia le acarree. Nos sentimos inclinados a la verdad en favor de extranjeros que conviven con nosotros hace muchos años, que han sido elementos de trabajo y de orden y a quienes Costa Rica les ha brindado amplia acogida y hospitalidad. Pero esa bondad -es bueno que lo sepan para que luego no se llamen a engaño- tiene un límite, que es el del interés y seguridad de nuestra Patria, que está por encima de todas las cosas, y en cuya defensa no tendremos ni la menor vacilación ni la mas mínima contemplación.

Comentamos luego con el doctor Calderón Guardia el infundado temor que algunas gentes, pocas afortunadamente, han manifestado acerca de si la suspensión de garantías individuales afectaría las regulaciones y seguridad de los depósitos que los particulares tienen en los Bancos privados. Y nos dijo a ese respecto:

No me explico cómo hay gentes que hayan ni siquiera podido pensar tal cosa. La suspensión de garantías no tiene más alcance que el de dar al Ejecutivo libertad de acción para aplicar medidas en el orden de seguridad nacional. No toca en lo mas mínimo los derechos patrimoniales, ni el Ejecutivo daría un solo paso en ese sentido. Queremos, por el contrario, evitar dificultades y toda la fuerza del Gobierno se pondrá en juego para impedir que en la vida económica del país se produzca el menor trastorno o inquietud.»

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